El gobierno nacional y los legisladores presentaron el proyecto como una forma de terminar con el supuesto “hostigamiento” al empresariado, poner fin a la llamada “industria del juicio” y trasladar ese nuevo margen a un aumento del empleo privado. La ecuación era clara: menos presión previsional a cambio de mayor contratación. Personalmente, me mostré escéptico; no era la primera vez que se anunciaba un cambio de este tipo y, ya entonces, no eran esperables resultados distintos.
Como marco general de los cambios introducidos, dejo algunos aspectos clave: la condonación de deudas previsionales por falta de pago de aportes, la creación de fondos de cese laboral y la eliminación de multas por trabajo mal registrado.
Además, la nueva figura de ‘colaboradores’ permitió que autónomos o monotributistas pudieran contar con hasta tres personas trabajando con ellos sin que eso implicara una relación de dependencia.
Esta nota llega con algo más de un mes de demora respecto al aniversario de la Ley, preferí esperar para observar sus efectos a la luz de algunos datos.
Reforma laboral en cifras: lo que muestran los registros del SIPA
Según los registros del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), que permiten distinguir entre empleo público, privado, autónomo y monotributista, el resultado ha sido, lamentablemente, el mismo que se ha repetido a lo largo de la historia.
- En los dos últimos trimestres de 2024, se perdieron aproximadamente 137.000 empleos privados registrados.
- En el Gran Buenos Aires, la variación interanual del empleo privado muestra una caída del 16,8% respecto del año anterior.
- Hasta abril de 2025, la caída del empleo registrado en el sector privado fue del 1%, lo que equivale a otras 60.000 personas desempleadas.
- A esto debe sumarse la reducción del empleo público, que también ha sido significativa por la “motosierra” que ha pasado por los organismos estatales.
- En la primavera de 2025, la Superintendencia de Riesgo de Trabajo nos arrojó los siguientes datos: cerraron 15.302 empresas y se perdieron 219.256 empleos.
Los sectores más afectados fueron:
- Administración pública: -89.794 empleos
- Construcción: -81.463 empleos
- Transporte y almacenamiento: -53.101 empleos
- Industria manufacturera: -43.063 empleos
Una más: el aumento de la precariedad
El monotributo
En paralelo, se observa un incremento en el número de monotributistas, especialmente en el monotributo social. Sin embargo, lejos de representar una mejora, esto implicó un aumento de la precarización laboral:
- Monotributistas sociales: De 385.792 en enero de 2024 a 400.485 en abril, con un alza del 3,8%.
- Monotributistas comunes: De 2.064.337 a comienzos de 2024 a 2.126.366, un aumento de 62.029 personas (3%).
Este crecimiento no refleja un boom emprendedor, sino una forma de autoempleo forzado, caracterizado por bajos ingresos, escasa o nula protección social, limitado aporte previsional y acceso deficiente al sistema de salud. Todo ello profundiza la crisis del sistema jubilatorio y agrava la fragmentación social.
Precariedad 2.0
Por fuera de los registros oficiales, es visible un crecimiento sostenido de actividades autónomas, especialmente en plataformas como Uber, PedidosYa, y otras apps. Para muchos, esta es la única forma de sobrevivir, o bien un segundo empleo al que deben recurrir porque sus salarios no alcanzan.
Bajo un discurso de “autonomía” o “independencia laboral”, lo que se ha instalado es una realidad profundamente desigual:
- Conductores que duermen en sus autos para poder operar en ciudades donde hay demanda.
- Trabajadores que carecen de cobertura médica y seguros por accidentes.
- Empresas de seguro que buscan evadir responsabilidades alegando que los vehículos no están registrados como comerciales, negando así cobertura ante accidentes o robos.
Esto no sólo deja expuestos a los trabajadores, sino también a los propios pasajeros o usuarios, ya que evidencia una realidad alarmante: la explotación se disfraza de libertad.
Los dueños de la app, que son totalmente desconocidos por los trabajadores, aplican descuentos sin posibilidad de réplica, otorgan bonos a costa de sobreesfuerzos, pagan fuera de término (reteniendo indebidamente el dinero), cometen errores en los pagos y siempre perjudican al trabajador, que no tiene derecho a réplica.
Más allá de la falsa libertad
El margen de ganancia de estas plataformas, aunque invisible para el trabajador, es significativo. Se obtiene a costa de personas cada vez más precarizadas, sin protección ni estabilidad. La idea de que “uno es su propio jefe” se derrumba cuando el trabajador no puede darse el lujo de enfermarse o descansar, porque un día sin ingresos significa no llegar a fin de mes.
Esta falsa promesa de libertad e independencia debe ser cuestionada. Es necesario revalorizar la identidad del trabajador y reclamar condiciones mínimas de dignidad y estabilidad.
Algunas provincias ya regularon Uber1, lo que demuestra que no es imposible. Para avanzar se requiere una acción coordinada entre jurisdicciones y políticas públicas profundas que transformen la realidad de estos trabajadores.
La libertad no se construirá alrededor del vago concepto de un empleado sin patrón aparente, sino sobre la base del pleno empleo, con acceso a la salud, la educación, la protección social y un consumo equitativo y ordenado.